martes, 12 de marzo de 2013

Introducción



De la misma manera que para los antiguos egipcios, la vida comenzó con un montículo junto a un río inerte, ellos comenzaron todo con un gran montículo piramidal junto al Nilo (el río). Orientaron su majestuosa construcción, no sólo hacia los cuatro puntos cardinales, también hacía el cosmos: estrellas como Sirio, Orión, el planeta Venus y el propio Sol, tienen su lugar en esta milenaria obra arquitectónica que desafía al tiempo. Es la más perfecta de las pirámides construidas, sin embargo Egipto no fue el único lugar donde se han edificado construcciones piramidales. Estas las podemos encontrar sorprendentemente por todo el planeta; en Europa, Asía, África y América, se han localizado pirámides, unas mejor construidas que otras, unas con mayor antigüedad que otras, pero todas orientadas hacia algún punto del planeta o del cosmos, y todas con base cuadrangular.
La gran pirámide integra en su forma a la tierra y al ser humano  integrado en ella. Con el oráculo de las pirámides, se pretende unificar las diferentes culturas que han existido en nuestro planeta, para ello,  nos valdremos del poder que representa la simbología de sus ancestrales oráculos; de esta manera del Norte, tomaremos el alfabeto rúnico, del Este, el I Ching o libro de las mutaciones, del Sur, los milenarios cauríes y por último del oeste la astrología Azteca.
Conocer un oráculo implica también conocer su procedencia, la cultura donde se desarrolló, la religión y la filosofía que adoptaron, sus mitos y su historia. Todo esto necesitaría de numerosos tomos dedicados a cada materia, en este libro tan sólo se hace una breve referencia a cada una de ellas, intentando introducir al lector en el profundo conocimiento exotérico que guarda cada símbolo oracular.                                         
Cada cara de las cuatro pirámides que aquí se exponen, representan además cada ciclo que la naturaleza manifiesta a lo largo de sus 365 días, la cara norte estará regida por el frío invierno, la cara este corresponderá a la naciente primavera, la cara sur al cálido verano y el oeste estará regido por el atardecer del otoño. Cada estación del año, como cada cara representa también una etapa en el ciclo vital del ser humano: la primavera, al nacimiento, el verano estará gobernado por la juventud, el otoño por la madurez y por último el invierno por la muerte. La pirámide simboliza precisamente la renovación, la vuelta a la vida después de un periodo de ausencia vital, cada día el Sol sale por el Este, encarnando al lucero del alba como la diosa  Isis, y muere por el Oeste, acompañado por Horus hijo de Isís y Osiris, hacía el Duat “más allá” donde después de un viaje por el inframundo, volverá cada día renovado para renovarnos a nosotros también.
En cada punto de nuestro planeta habita cada una de las cuatro razas originarias: en el Norte, reside la raza blanca, en el Este la amarilla, en el Sur la raza negra y en el Oeste, la casi extinguida raza roja. Por tanto a cada zona de la pirámide le corresponde el color de su raza, quedando la quinta en la cúspide, elevada junto a los dioses, en el inmenso cielo azul. En la tradición esotérica, se ha atribuido al norte el color negro, al este el azul, al sur el rojo, la oeste el color blanco , y al amarillo , el color del Sol, dios que rige la vida en la tierra, se le atribuye  el centro.
Consideramos a la pirámide como una materia dotada de vida: en su forma geométrica se genera energía que absorbe el cosmos y la tierra, ella sintetiza al universo y nos comunica con él a través de su figura. Está dotada de carácter, reuniendo en ella las cuatro  clases de tipos psicológicos junianos: pensamiento,intuición,sentimiento y sensación. Correspondiendo cada uno de ellos a un lado determinado de la pirámide.
Todos estos factores que reúne la pirámide, la convierten en un poderoso oráculo, que nos guiará y aconsejará en los momentos difíciles; cuando no sepamos que hacer, ni como hacer, ni cuando hacer , ella nos indicará el momento y el modo adecuado. Es la heredera de la sabiduría milenaria que guardaron nuestros antepasados bajo el disfraz de los símbolos, donde sólo los iniciados podrán desvelar su auténtica identidad. La pirámide nos invita a descubrir ese lugar recóndito de nuestro ser, que permanece dormido.               

No hay comentarios:

Publicar un comentario